En las comunidades de La Lobera, Milpillas, El Huicochi, Las Chinacas, en el municipio de Chínipas; El Manzano, en Urique; Ocoyachi y Jicamorachi, en Uruachi; Bocoyvo, en Batopilas; El Durazno, en Guadalupe y Calvo: grupos de sicarios irrumpen, ordenan a los pobladores dejar sus viviendas y propiedades; luego se asientan en la zona para sembrar amapola, de la que obtienen goma de opio, base de la heroína, cuya demanda desplazó el cultivo de marihuana en la región. Las redes del narcotráfico aprovechan la pobreza y necesidad de la gente del sur de Chihuahua para obligarlos a cultivar amapola. Las redes del narcotráfico aprovechan la pobreza y necesidad de la gente del sur de Chihuahua para obligarlos a cultivar amapola. A partir de 2014 se incrementó la presión sobre los habitantes de la serranía. Los cabecillas de grupos criminales en la región han aniquilado familias completas en su ambición por el control de la producción y compraventa del enervante.El narcotráfico es una actividad que tiene un importante lugar en ciertas áreas de la sierra y que influye en la reproducción social y cultural de los tarahumaras, pues además de que ha propiciado el despojo de sus tierras y de las de otros grupos como los tepehuanos, los guarojíos y los o'oba, ha significado la violencia y el abuso del poder tanto por parte de los narcotraficantes como de quienes los combaten.De acuerdo al diagnóstico En la Sierra Tarahumara, elaborado por Consultoría Técnica Comunitaria AC Contec, el crimen organizado se apoderó de comunidades y pueblos enteros de esa región, donde aumentaron los casos de homicidios dolosos, desplazamiento forzado, secuestros, desaparición forzada y otros delitos comunes.Lo anterior, refiere el estudio, ha fragmentado el tejido social, y hoy en día una nueva dinámica social, económica y política marca la vida cotidiana de los pobladores de la sierra y quienes la visitan.
La investigación incluye información de 20 municipios serranos: Balleza, Batopilas, Bocoyna, Carichí, Chínipas, Gómez Farías, Guachochi, Guadalupe y Calvo, Guazapares, Guerrero, Madera, Maguarichi, Matachí, Morelos, Moris, Nonoava, Ocampo, Temósachi, Urique, Uruachi. La población en estos municipios suma 289 mil 888 habitantes, lo que representa el 8.5% del total del estado, la población no indígena es de 185 mil 525 y la perteneciente a los pueblos originarios es de 104 mil 363.Los municipios en que han repuntado los homicidios a partir de 2014 son Guadalupe y Calvo con 667; Guachochi con 466; Bocoyna con 209; Urique con 195; Guerrero con 147; Batopilas con 119; Balleza con 114 y Morelos con 87.Por otra parte se establece que la ubicación geográfica está formada por una serie de cerros y montañas que hacen de difícil acceso a la región. También comparten rasgos culturales y socioeconómicos. Además que son los municipios considerados focos rojos en la polarización del fenómeno del narcotráfico y la violencia criminal. La falta de títulos a las comunidades que el Estado mexicano debería entregar para reconocer su derechos territoriales; la legalización del despojo a través de títulos a particulares, la dotación de tierras a nuevos ejidos, la venta de tierras de estas comunidades a particulares; indiferencia, fraudes y errores administrativos; mal asesoramiento por parte de las autoridades son otras problemáticas denunciadas.